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En un artículo anterior, del mes de Noviembre de 2021, ya vimos qué son las cédulas hipotecarias y comentamos también que están muy relacionadas con los bonos hipotecarios. Por eso en este nuevo post vamos precisamente a explicar qué es un bono hipotecario. 

Breve introducción sobre los títulos hipotecarios

Los títulos hipotecarios, que incluye ambos a las cédulas hipotecarias y a los bonos hipotecarios, son títulos de inversión garantizados por un conjunto de préstamos hipotecarios, es decir, que la garantía que ofrece el producto (el título) para el inversor que lo compra se basa en el retorno y pago recurrente de las cuotas del conjunto de préstamos hipotecarios que incluye dicho título. 

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En general los títulos hipotecarios son paquetes de préstamos hipotecarios que una entidad bancaria a nivel individual o en conjunto con otras, vende en los mercados a terceros, normalmente fondos de inversión e inversores. 

Para entendernos, de igual forma como el estado vende títulos de deuda pública que ofrecen un retorno de la inversión para el comprador, los bancos venden títulos no de deuda, sino con “packs” de préstamos hipotecarios. 

De este modo, quién compra dichos títulos se está asegurando de ver retornada su inversión en base a que los titulares de dichos préstamos hipotecarios vayan devolviendo las deudas (pagando las cuotas de sus préstamos).

Qué es un bono hipotecario

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¿Qué es un bono hipotecario?

Los bonos son, dentro del grupo de títulos hipotecarios, aquel conjunto de préstamos hipotecarios emitidos por una entidad bancaria y vendidos como producto de inversión, lo que a la vez significa que estos bonos están garantizados por los inmuebles que garantizan cada uno de los préstamos individuales que forman parte del bono.

Normalmente cuando una entidad bancaria emite un bono agrupa dentro de ese bono préstamos hipotecarios similares, bien sea en cantidad concedida, en porcentaje de amortización, en duración, en calificación crediticia (riesgo que suponen) etcétera.

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En qué se diferencia un bono de una cédula hipotecaria

Las cédulas hipotecarias, a diferencia de los bonos, son inversiones de renta fija (renta fija significa que conocemos el rendimiento exacto que nos va a dar el producto) y están respaldadas por TODOS los préstamos hipotecarios vigentes de la entidad que la emite. En el caso de un bono, el rendimiento del mismo sólo depende de los préstamos hipotecarios que el banco o entidad haya incluido dentro de dicho bono.

Una cédula hipotecaria basa su rendimiento en el conjunto total de préstamos que tiene la entidad. 

Es importante aclarar que tanto los bonos como las cédulas hipotecarias pueden ser vendidas por el poseedor del título en cualquier momento en el mercado secundario a un tercero, no hace falta que el primer comprador retenga el producto de inversión hasta el final de su vida útil. 


El ejemplo de lo que puede ocurrir con un mal uso de los títulos hipotecarios: las hipotecas subprime

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Las hipotecas subprime combinadas con títulos hipotecarios causaron la crisis de 2008

La famosa crisis de las hipotecas subprime que se llevó por delante la gran mayoría de la banca a nivel occidental en el año 2008 fue causada en parte por este tipo de productos de inversión. 

Relacionado: cuándo prescribe una deuda hipotecaria

La banca concedió hipotecas a personas con escasos recursos sin estudiar a fondo la capacidad de pago que tenían. A la vez vendió “packs” de esas hipotecas como títulos hipotecarios en los mercados (bonos y cédulas), mezclando las hipotecas de riesgo con las hipotecas que sí eran rentables. 

Cuando los organismos de control se dieron cuenta del desastre ya era demasiado tarde: los bancos estaban sobre endeudados y tenían un número de clientes considerable que eran de dudoso cobro, y a la vez vendiendo esas hipotecas como títulos hipotecarios habían trasladado el problema no sólo al sector bancario sino al resto de los mercados, inversores que los habían comprado (en general al resto de la economía y no solo al sector bancario). 

Los inversores pensaron bueno, tampoco pasa nada, ejecuto mi derecho a quedarme con las casas y recupero mi dinero por esa vía.

Sin embargo, cuando los inversores intentaron recuperar el dinero reclamando la ejecución de la garantía de los préstamos hipotecarios (las viviendas que eran el aval de dichos préstamos) se dieron cuenta que los precios de la vivienda habían estado inflados artificialmente y por tanto en ese momento entendieron que la garantía de sus bonos era menor a los bonos en sí. En otras palabras: el dinero estaba perdido.

El resultado fue la bancarrota de entidades bancarias, la pérdida de dinero por parte de muchos actores a nivel mundial y crisis económica global que todavía arrastramos 14 años después.